Mi entrada se basa en una noticia publicada el 17 de septiembre en el diario El Mundo sobre el ya famoso caso Semenya, aquella deportista sudafricana que ganó con soltura una prueba de 800 metros en Berlín y cuya vida ha sido un infierno desde aquel entonces, ya que se ha dudado de su sexualidad, se le han realizado controles humillantes y se le ha creado un daño emocional irreversible debido a la presión pública y mediática (os redirecciono por si queréis más información :http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2009/09/16/masdeporte/1253118539.html)
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Lo cierto es que no está claro si Semenya tomó o no testosterona para aumentar su rendimiento muscular, pero bien podría haberme basado en artículos sobre Ben Johnson, Andre Agassi, Iban Mayo, u otros deportistas famosos para escribir esta entrada, pues todos ellos han dado positivo en el consumo de algún tipo de sustancia estupefaciente (esteroides).
(http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2003/12/21/masdeporte/1072023815.html)
Como ya hemos estudiado en este tema, los esteroides son un tipo de lípido insaponificable necesario para nuestro organismo, ya que entre ellos encontramos el colesterol (componente fundamental de la membrana plasmática animal), la progesterona y la testosterona (hormonas sexuales femenina y masculina sin las cuales no sería posible el desarrollo de los órganos sexuales y, por tanto, no sería posible la reproducción y la perpetuación como especie), el grupo de las vitaminas D (sin las cuales padeceríamos graves enfermedades como el raquitismo o la osteomalacia), etc.
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No obstante, los humanos practicamos últimamente, y con una frecuencia inaudita, ''el juego de ser dios''. Modificamos nuestro metabolismo a placer, autorregulamos nuestra composición hormonal, y llevamos a nuestro cuerpo a límites extremos. Y todo esto para obtener, como el propio Ben Johnson afirma en el artículo, ''fama y dinero''.
Fama y dinero, señores. Por fama y dinero vendemos nuestra sexualidad, nuestra ética, nuestra deportividad y, en un número alarmante de casos, nuestra propia vida.
¿Merece la pena todo esto? ¿No es acaso el deporte de élite lo más sucio, rastrero, vomitivo y antideportivo que existe? En mi opinión deberíamos revisar nuestras preferencias y valorarnos un poco más como deportistas y, sobretodo, como personas.
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A continuación os proporciono algunos enlaces más:
El colesterol :
http://es.wikipedia.org/wiki/Colesterol
El raquitismo infantil:
http://www.bebesymas.com/salud-infantil/el-raquitismo-infantil
La osteomalacia:
http://www.latinsalud.com/articulos/00550.asp
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