La lactosa, también conocido como “azúcar de leche” es un disacárido formado por la unión de los monosacáridos B-D-galactosa y B-D-glucosa. Este disacárido abunda especialmente en la leche, tanto de mamíferos como de humanos en una proporción de entre un 4 y 5% en la de los mamíferos y en un 9% en la leche del ser humano (la mujer después del nacimiento del hijo). Los humanos, mediante la enzima lactasa, pueden romper los enlaces de lactosa y asimilarla. Pero éstos, en su gran mayoría, al crecer y hacerse adultos pierden la capacidad de asimilación de la lactosa y la abundancia de ésta última, lo cual no es normal ya que la tolerancia a la lactosa debería ser un carácter dominante dentro del proceso evolutivo. Así pues, aquellas personas que no pueden asimilar este disacárido padecen la llamada intolerancia a la lactosa, manifestada mediante diarreas y vómitos.
La capacidad de asimilación de la lactosa cambia según la zona del mundo en la cual nos situemos, así pues, los países norte-europeos, como Suecia, presentan un índice de tolerancia a la lactosa muy alto (hasta 99%), mientras que países como Japón apenas llegan al 5% en personas en su fase adulta. Este enorme cambio tiene diferentes hipótesis.
La secuencia lineal de nucleótidos de ADN o ARN (gen) de la lactasa la encontramos en el segundo cromosoma. Las diferentes formas y secuencias de este gen (alelo) dominantes en la lactasa son las LCT*P (persistencia de la lactasa), las cuales hacen que esta enzima se sigua fabricando en el estado adulto del ser humano. Ahora bien, la enzima no cambia ni en humanos tolerantes ni intolerantes; la diferencia la encontramos en el gen de los tolerantes, el cual no adquiere modificación después de la lactancia.
Se cree que antes de que se domesticara el ganado y se aprendiera a ordeñarlo los humanos sobrevivieron sin leche. Pero sólo después del Neolítico, y tras muchos años de consumo, algunas poblaciones como los antiguos habitantes de Europa desarrollaron genéticamente la capacidad de asimilarla. Se cree que las circunstancias temporales de la época forzaron al consumo de leche, lo cual les salvó de graves enfermedades originadas por la falta de calcio dietético.
Así, podemos asegurar que hubo una fuerte presión selectiva en las poblaciones norte-europeas con cultura ganadera a favor del alelo LCT*P. Pero el hecho de que en algunas zonas de África con cultura ganadera la intolerancia a la lactosa sea frecuente nos ha permitido hallar la conclusión de que se produjo una mutación genética del alelo LCT*P diferente a la que ocurrió en las poblaciones norte-europeas.
Para finalizar he de decir que el ser humano se encuentra en un continuo proceso evolutivo en el cual como hemos observado en el caso de la lactasa ocurren mutaciones genéticas de los genes que originan unas características diferentes según la zona a cada individuo mediante una selección natural totalmente azarosa. También indicar que la cultura de una determinada zona puede originar distintos cambios genéticos, que a su vez pueden mutar.
2 comentaris:
Pere, deja de poner enlaces que siempre salen cosas raras... pero el artículo super interesante.
Crec que podries fer una explicació de 5 minuts als teus companys de classe. L'article està molt relacionat amb el que és el curriculum de l'assignatura
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