divendres, 9 d’abril del 2010

Alargando nuestros telómeros, ¿alargaríamos nuestra vida?

Envejecer es algo que a todos nos aterra. Desde que tenemos consciencia de nuestra existencia hasta el preciso instante anterior a nuestra muerte, sentimos la presencia de la muerte, la repudiamos, y nos aferramos desesperadamente a nuestra vida como el bien más preciado. ¿Quién no ha dicho alguna vez aquello de ''el tiempo es oro''? Pues bien, gracias a nuestros conocimientos genéticos actuales podríamos afirmar que existe predisposición genética al envejecimiento; es decir, que hay personas que están genéticamente predispuestas a envejecer antes o de una forma más violenta.


¿Cómo explicar esto? Científicos de la Universidad de Leicester y el King´s College de Londres, en colaboración con la Universidad de Groningen (Holanda), han encontrado por primera vez una variante genética que afecta al envejecimiento. Y ésta es una variante monogénica basada en el gen TERC, la naturaleza del cual puede provocar un envejecimiento prematuro, mediante el acortamiento de los telómeros. Y es que la longitud de dichos telómeros es uno de los mejores marcadores de la edad de un individuo, pues se acortan a medida que se producen sucesivas mitosis. De esta manera, unos telómeros cortos indicarían una edad avanzada, debido al gran número de mitosis que se han completado ya. Y resulta que dicha longitud no sólo está determinada por el envejecimiento ''natural'', sino que también el TERC estimula el envejecimiento.


Llegados a este punto, la pregunta resulta más que evidente: ¿Podríamos realizar el proceso contrario? Dicho de otra manera, ¿podríamos modificar dicho gen para inhibir el acortamiento de los telómeros aumentado así el número de años que estamos destinados a vivir?



Parece ser que no, por una sencilla razón: el gen TERC no sólo está relacionado con la longitud de los telómeros. Como ya sabemos, un gen puede tener diversas manifestaciones fenotípicas, de tal manera que modificarlo provocaría también una modificación de nuestro
fenotipo que se traduciría, casi con total probabilidad, en nuestra muerte. Dicho de otra manera, tratar de alargar nuestra vida provocaría que ésta acabara antes de lo previsto. Así pues, parecemos condenados a conformarnos con lo que tenemos. Al menos, no con el gen TERC.

*Se puede ver el artículo completo en el que se basa esta entrada en el siguiente link

1 comentari:

biogeopatraix ha dit...

Escrius molt bé. Enhorabona.